La primera vez que me designaron para representar a un acusado de pena de muerte

Una historia del abogado Kevin HolmesEl informe, compartido con el Centro de Recursos y Defensa de la Pena de Muerte y publicado originalmente en su Boletín de diciembre de 2014. 

"La primera vez que me designaron para representar a un acusado de pena de muerte fue a principios de los años ochenta. No llevaba ni diez años ejerciendo la abogacía. Se trataba de un doble asesinato; un asesinato tuvo lugar en el condado de Charleston y el otro en el condado de Berkeley. Los tres acusados eran del condado de Sumter. Uno de los acusados estaba cooperando y había accedido a testificar contra el otro acusado y contra nuestro cliente. Se alegaba que los acusados habían viajado a Charleston para vender unas armas que habían robado en un asalto a una armería del condado de Richland.

Cuando llegaron a Charleston, el perista al que iban a vender las armas se negó a tratar con ellos. Se quedaron tirados sin dinero, así que asaltaron una gasolinera a la salida de la ciudad. Consiguieron unos $20 y secuestraron al cajero, un militar de la Armada que intentaba ganar un dinero extra para mantener a su joven familia, al que uno de los acusados mató al estilo ejecución en una oscura carretera saliendo del condado de Charleston. Luego, temiendo que los otros dos acusados le delataran, convenció a los otros dos para que mataran a otro dependiente de una tienda nocturna, según todos los indicios el tipo más agradable de la ciudad que no sólo dirigía la única tienda nocturna, sino que trabajaba en la funeraria local y conocía a todo el mundo.

El co-abogado y yo fuimos nombrados la semana antes de Acción de Gracias y fuimos a juicio la semana siguiente al día de Año Nuevo. En aquella época, el abogado cobraba $2.500 a repartir entre los dos y creo que el tribunal podía aprobar hasta $2500 para gastos de investigación. Para empeorar las cosas, nuestro cliente había recibido un disparo en la cara con una escopeta y, literalmente, la mitad de su mandíbula inferior estaba a punto de estallar. Su mandíbula estaba cerrada con alambre y tenía problemas para comunicarse. El juicio se celebró en Moncks Corner, a 45 minutos en coche para un abogado de Charleston como yo, lo que añadía horas adicionales a las jornadas de 18 horas que pasábamos intentando defender el caso. La carga que se nos impuso fue enorme hasta el punto de ser física y mentalmente agotadora.

Nuestra investigación se vio gravemente obstaculizada por el escaso tiempo que se nos proporcionó al estar de vacaciones. Todavía recuerdo la frase inicial de mi alegato final en la fase de la pena de muerte del juicio: "Incluso en mi mejor día, sería incapaz de encontrar las palabras para defender la vida de otro. Este no será mi mejor día".

Seguí describiendo todas las horas imposibles que habíamos dedicado a investigar, no sólo el crimen, sino las circunstancias de la vida de nuestro cliente. No hace falta decir que no salió bien y el jurado dictó la pena de muerte. Lo mejor que puedo decir es que algunos miembros del jurado lloraron durante mi alegato. Aprendí mucho sobre la pena de muerte, pero hasta el día de hoy me preocupa que haya sido a costa de mi cliente, que merecía un abogado con experiencia en casos de pena de muerte.

Pensar que cualquier otro caso puede preparar a un abogado para los desafíos de un juicio de pena de muerte, en el que todo está en contra desde el principio, es una ilusión. Al final me sentí utilizado como escaparate de la falsa idea de que el proceso de la pena de muerte es justo. Siempre me preguntaré si hubiera tenido más experiencia, o tiempo, o dinero, podría haber cambiado las cosas. Sin la ayuda de David Bruck y del Centro, el co-asesor y yo no habríamos sabido por dónde empezar la tarea imposible que se nos asignó."

Abogados de lesiones personales que representan a Charleston y áreas cercanas de South Carolina